La felicidad de las pequeñas cosas

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He aprendido. Que el remedio contra tu secuestro interior no son las palabras, son los cuidados. La paciencia, el no inquietarse, el sonreír pese a la dificultad.

He aprendido cómo nutrir los cajones vacíos con fotos antiguas, y con alguna anécdota reciente. Y no me importa que todo ello se cuele por sumideros invisibles. No, yo los vuelvo a rellenar.

Y estando ahí tú me has mostrado la felicidad que habita en las pequeñas cosas.

He reído cuando súbitamente has recuperado tu genio y me has puesto en mi sitio. Me he acostumbrado a que me hayas cambiado el nombre, y me he alegrado porque ese nuevo apodo es sólo para mí.

He sido feliz cantando un bingo a tu lado. Y otro bingo, hasta tres. Buscando juntos los números, celebrando el encontrarlos.

He aprendido a disfrutar del parchís, que siempre odié. Cada tarde, a las seis, me has sorprendido con tus estrategias a prueba de olvido. Y no gané ni una sola vez.

Hemos compartido mandarinas que sabían a gloria. Y uva, y batidos de vainilla. Y gambas, muchas gambas.

He sido feliz cuando me cogías de la mano, cuando has confiado, cuando hemos alcanzado el final de un pasillo interminable.

Hemos reído viendo beber a las jirafas, y escuchado mil veces el villancico en inglés.

Me has puesto en jaque a las siete de la tarde, y a las ocho, pero a las nueve siempre volvía la paz.

He contemplado cómo desde tu sofá has conseguido orquestar no una ni dos, sino varias celebraciones familiares. Todos alrededor tuyo, decididos, aportando calor. Y te he visto feliz. Y yo he sido feliz.

Hemos brindado con agua, sidra y nestea. Como hace diez años. Mostrándome lo que significa una familia, un hogar al que uno quiere volver. En el que uno se puede integrar.

En 2006 me presenté a las puertas de tu casa por Nochevieja. Me ofreciste un lugar en la mesa, en la cocina y entre los tuyos. Me enseñaste mucho y compartiste conmigo tus recuerdos.

Es lógico que ahora te los devuelva. Y que te agradezca por seguirme enseñando.

 

Nota: como algunos ya saben, este viaje a Asturias ha sido distinto a los otros. Si cada uno metaboliza a su manera, yo, supongo, necesito hacerlo escribiendo. PITICLI me ha autorizado a subir este texto y yo se lo agradezco enormemente. Un fuerte abrazo a tod@s. Feliz año y seguimos en contacto vía Instagram (@agustinkong)

15 comentarios en “La felicidad de las pequeñas cosas”

  1. María Cortés bitacoracardisaludable

    Querido HKB: me encantas los posts en los que los bloguers dejan un trozo de su alma y este es uno de ellos. Feliz Año Nuevo.
    Un abrazo para los dos.

  2. Under The Emotion

    Lágrimas aplauso lágrimas aplauso
    Aplauso lágrimas aplauso lágrimas
    Lágrimas aplauso lágrimas aplauso
    Aplauso lágrimas aplauso lágrimas

  3. ReginaPhalange

    Qué bonito Agus… cuantísima ternura transmites…qué regalo tan precioso a una familia que lo merece todo, tu familia! no creas que cualquiera podría ostentar el honor de ser «el otru» 🙂
    Un abrazo inmenso

  4. Has sacado el poeta que hay en ti y no es la primera vez. Se ve que eres una persona feliz y eso da cierta envidia (sana, por supuesto)MIL FELICIDADES.

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