Cosas de blancos

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Los blancos hacéis unas cosas muy raras. Eso opina un amigo nuestro, de Biafra, que vino equipado con un impresionante sentido común de serie.

Hay muchos aspectos que no comprende de nosotros. Como que les lleváramos la religión de un Dios blanco con barba y les hiciéramos creyentes, para luego venir a vivir a Europa y darse cuenta de que muchos no creen en él.

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Tampoco entiende que gastemos en ropa rota o que parezca sucia.

O que nos deprimamos. Sí, él, que viene de un escenario durísimo, cree que algunas de nuestras preocupaciones se deben a que tenemos mucho tiempo libre y a que esperamos que otro nos solucione determinados asuntos.

De que haya gente que se infrinja dolor a propósito para disfrutar ya ni hablamos.

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No sé qué diría si supiera que el otro día acompañé a la Musa Bruja a comprar fustas y látigos para sus sesiones, en una de las escenas más surrealistas que he vivido nunca.

Sí, porque no fue únicamente en un Sex Shop. No, los verdaderos paraísos de los BDSM son los Leroy Merlin (¡cuántas herramientas! ¡Qué locurón de alambre de espinos!) y la sección hípica de DECATHLON.

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Tendríais que habernos visto, en el área de equitación, escogiendo fustas y probándolas, buscando espuelas… pero, sobre todo, una vez cargaditos, en la cola para pagar.

Puedo aseguraros que la Musa Bruja, de negro riguroso y con gafas de sol no tenía pinta de amazona. Más bien de Kat Von D. Curiosamente, cuando la Musa pagó, la cajera no puso cara de sorpresa, sino de pícara deseosa. ¿Los efectos de 50 sombras de Grey?

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En todo caso creo que no se lo contaré de momento a nuestro amigo. O se le indigestaría. Y bastante tiene él con adaptarse a que nuestras comidas no piquen.

Para que os hagáis una idea de cuánto picante puede tomar él os diré que sus platos resultan excesivos a los mexicanos (pensad que en su zona las embarazadas toman un chile fuerte específico, y otro mientras dan de amamantar).

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Esto tiene muy preocupada a su madre, “¿hijo, y no te sienta mal esa comida de blancos que no pica? ¿Acaso no te entran ganas de vomitar al tragarla?”.

No, mamá, pero no sufras, si me pongo enfermo aquí los hospitales son gratis”.

“Ah, será por eso que los blancos la pueden comer”, respondió su madre.

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Nuestra Sanidad Pública y nuestros Cuerpos de Seguridad, eso es lo que más admira nuestro amigo de nosotros. Junto a nuestra paciencia, aceptación LGBTI, búsqueda de la igualdad entre géneros y la capacidad de escuchar.

Yo dudo que ésas sean cosas de blancos, ¡pero en todo caso espero que no las perdamos!

¡Sed muy Felices!

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4 comentarios en “Cosas de blancos”

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