De millonario, así me disfrazó en una ocasión mi madre de pequeño. Ni de chino, ni de vaquero ni de astronauta. Me plantó un traje, fotocopió un montón de billetes que me asomaban por todos los bolsillos, me dibujó un bigote y me dio un maletín. Y venga, a la rúa de carnaval del cole.
Podéis imaginar el desconcierto de todo el mundo. -¿De qué vas? -De millonario, respondía yo, sin soltar el maletín y vigilando que no desaparecieran los billetes.
-Y ahora… ¿con quién le ponemos? Se peguntaban los maestros cuando decidieron que debíamos hacer el pasacalles en fila de dos. -¿Con una bruja? ¿Con un cocinero?
Pero en aquel momento apareció Pilar López, vestida de viuda alegre (como lo leéis, ojo también a la inventiva de su madre) y me cogió de la mano. Creo que fuimos el dúo más sorprendente, surrealista y visionario. De haber habido premios fijo que hubiéramos recibido el Sálvame Junior de platino.
Pilar López era casi un año mayor que yo, mucho más valiente y no sólo pude contar con ella disfrazado, también si alguien se metía conmigo en clase.
Otra Pilar, Pili Giménez, tuvo un papel similar. Era la chica más popular y admirada de mi curso, porque sus padres tenían un videoclub, una casa estupenda, se iban de vacaciones al extranjero y ella vestía ropa de marca.
Pili era bastante pija, y una adelantada a su tiempo, pues ya tenía cierta conciencia social y buena mano para las causas solidarias. En mi caso salió a defenderme cuando por no querer jugar a fútbol (como el resto de los niños) corría riesgo de ostracismo.
Ella me abrió la puerta para jugar a “pichi”, que era una especie de béisbol eminentemente femenino. Lo curioso es que fue entrar yo y muchos otros abandonaron también el futbol. Así, “pichi” terminó convirtiéndose en mixto, y mi mejor recuerdo del patio.
Ya de mayor, tendría yo casi treinta años, otra Pilar apareció en mi vida para arrebatarme y mostrarme la dirección correcta. Sobre las relaciones (mira Agustín, como es al principio, es), sobre la vida y sus anhelos (recuerda que el hambre lleva a la comida) o sobre la literatura (Agustín, espero mucho de tu pluma).
Pilar Tabuenca nació sabia. Desafortunadamente para todos los que la queríamos también murió sabia. A ella, que fue la Musa Deshojada, está dedicada mi novela.
Y yo no dejo de pensar qué curioso el efecto de las Pilares en mi vida, qué particular que asumamos tan naturalmente que alguien se llame “columna” (sería como tener un amigo “Monolito” en vez de Manolito) y qué casualidad que ese nombre recaiga en mujeres tan excepcionales.
Felicidades a todas las pilares. Y a todos nuestros pilares. Cuánto bien nos hacen.
¡Sed muy Felices!
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Me ha encantado Agus… Precioso homenaje a tus pilares.
Mataría por una foto de la viuda alegre y el millonario by the way…
Querida Regina, ha de saber que ya le he pedido a Lady Laca que busque alguna imagen en los álbumes familiares. ¡A ver si aparece y se la muestro! Besos enormes.
Bonito tributo a tus pilares, me ha encantado tanto como el libro que da título a tu post.
Seguro que Pilar Tabuenca estará muy orgullosa de tener a un amigo como tú.
Un abrazo!
Muchas gracias por tus palabras. Qué ganas de verte 🙂
¡Qué bonito homenaje!
Y merecido 🙂 ¡Muchas gracias y muchos besos!