Carrie Bradshaw se equivoca

Carrie Bradshaw está equivocada, por mucho que diga Darren Star.

Al menos en parte.

Y puede que nosotros también si la seguimos ciegamente.

Sí tiene razón en algo fundamental: rodearse de belleza es necesario. Y al igual que Frida Kahlo (salvando las distancias) su propio personaje supone la primera creación del día. Son mujeres que sólo una vez envueltas en un estilo impecable se presentan al mundo, impregnándolo y dejando su poso.

Pero Carrie se equivoca, al menos, en dos aspectos fundamentales.

Primero:

–    Si somos aquello de lo que nos alimentamos, en sentido amplio, además de vestirnos con prendas sofisticadas que contribuyen a un mundo más bello, también hay que saber comer y, a ser posible, cocinar, cosa que ella no hace.
Esa frase esconde toda una filosofía, e implica que debemos ofrecer a los demás lo mejor de nosotros y nutrirnos de situaciones positivas, evitando ambientes “tóxicos” para el alma.

Segundo:

–    Nueva York, y Manhattan en concreto, es fascinante, sin duda. Estiloso, también (eso sí, no cruces el río hacia New Jersey). Pero no es el único lugar en el que encontrar personas e ingredientes bellos e interesantes con que adornar nuestra existencia.

Actualmente nuestras ciudades tienen mucho que decir en ambos sentidos, y la muestra está en la calle. Afortunada y merecidamente, cada vez esto se reconoce más.

Ahora que está a punto de casarse, aprovechando un posible viaje a Londres para los últimos retoques en el taller de Vivienne Westwood, sería recomendable que Carrie no perdiera la oportunidad de pasearse, por ejemplo, por Barcelona o Madrid antes de encerrarse en Conduit Street.

 

Escribo esto mientras contemplo encantado cómo, en un hotel sofisticado de Hong Kong, el cheff me muestra el aceite, el vinagre y los vinos españoles que dan prestigio a la carta. Creo que no puedo añadir nada más.

 

Bueno, podría, pero me contengo, y es que, por deformación profesional, me moriría de ganas de hablar con Carrie sobre su idea de la pareja y darle unas cuantas orientaciones.

Pero eso es otra historia.