Posmodernas y posmodernos del mundo, desde NY os lo digo: PROHIBIDO EL PESIMISMO.
Sí, sí, ya sé que motivos no faltan, pues como dice una amiga mía de la prepubertad (por cierto, espero que haya eliminado las fotos en las que entre grano y grano aparece nuestro rostro) da la sensación de que “EL MUNDO SE PIERDE”.
De acuerdo, todo parece estar en crisis y de capa caída, más caída aún que la capa de Superman cuando la echa a lavar, pero no hay que desfallecer.
Es más, en estos momentos es cuando hay que echar mano de la imaginación, de la creatividad, de la capacidad de superación y regeneración.
Ni crisis, ni fanatismos, ni intentos de imposición global nos tienen que amilanar. Ahora, más que nunca, SEAMOS INTELIGENTES.
Aunque si sois de los que creéis que todos está perdido y el fin del mundo cerca, por si os sirve os daré el consejo de una amiga mía y gran inspiración: "Al menos que te pille mona y bien depilada".
El fin de los milagros lo dejamos para tema de la obra de Nathan Coley, finalista del premio Turner (y mi favorito), una pieza muy maja que lo mismo te decora un hangar que un bosque, en función de lo que tengas en casa.
Porque digo yo que si no hubiera milagros…
1. ¿Se hubiera atrevido mi madre a venir a visitarme sola?
2. ¿Y hubiera comido ésta su primera comida japonesa como una campeona y con palillos cual experta?
¿Verdad que no?
O aún mejor:
3. ¿Hubiera sido posible coincidir en un café con el mismísimo Paco Rabanne, vestidos ambos exactamente igual? (bueno, seguramente lo suyo debía de costar muchísimos eurodólares más).
Tras unos segundos de cierta extrañeza, ambos nos miramos y nos sonreímos. Qué majo es Paco.
Pues eso, que los milagros siguen.
Claro que con la energía que tiene esta ciudad, todo se ve distinto, o al menos servidor. Ni las crisis, ni el 11S van a poder del todo con su vitalidad.
Ni las ventiscas de nieve que caen de golpe cuando menos te lo esperas en estas fechas paralizan su ritmo.
Contemplar Times Square en funcionamiento en esas condiciones (y verme a mí caminar cual Cirque du Soleil para no caer) es todo un espectáculo.
Y una lección. Aprendamos de Nueva York.
Sed felices.