Hoy es el día de la mujer trabajadora. Eso me tiene un poco descolocado, ¿querrán decir de la mujer remunerada? porque no me parecen excepción. Al menos la gran mayoría de las mujeres que he conocido y conozco trabaja más que los curris (aquellos personajes de Fraggle Rock).
En todo caso, felicidades a todas.
Y hablando de mujeres y trabajos, os voy a contar la última que me pasó. Resulta que tras llamar a un técnico para que echara un vistazo a nuestra lavadora-secadora (de vez en cuando hacía un ruidín) ésta ya no funciona. Sí, lo sé. Gracias por vuestras palabras de consuelo. Una vida sin lavadora no tiene color, o es de un tono más triste -por cierto que dicho electrodoméstico ha sido el encargado de mejorar, y mucho, la situación de las mujeres no remuneradas-.
El caso es que he tenido que ir a hacer la colada fuera de casa, y como aun habiendo río en la city éste está más contaminado que el pelo de Tamara-nocambié, dejé a un lado mis ínfulas neohippies y me decanté por uno de esos sitios que tanto inspiran a los directores de cine.
El lugar lo ha regentado históricamente una señora muy simpática y muy cinematográfica (una encantadora mujer rubia platino, repletita de tatuajes y con obesidad mórbida) que siempre nos había solucionado los temas de tintorería.
Cuál fue mi sorpresa cuando al presentarme dispuesto a pegarme una charleta con ella mientras se hacía la colada me encuentro con una jovencita hindú -o pakistaní, al principio no supe- que me explica, con su escaso castellano, que ahora ella ha asumido el negocio. La chica era tan encantadora y quiso ser tan servicial que no se despegó un centímetro de mi lado hasta que no introduje todas las monedas, todo el detergente, todo el suavizante y TODA la ropa.
Y ahí es cuando yo comprobé que básicamente llevaba una cantidad ingente de ropa interior + algunos de los modelitos extravagantes de los que ya habéis oído hablar (afortunadamente los pantalones de leopardo los tenía Manoli para arreglar). Mientras yo introducía las prendas a toda velocidad imaginaba que ni en las mejores películas de Bollywood ella habría contemplado semejante atrezzo masculino.
Por suerte cuando el lavado terminó pude sacar las prendas de forma íntima, básicamente porque otra clienta estaba dándole la vara con una conversación interminable un par de metros más allá. Todos sabemos que siempre está el típico cliente o la clienta “paliza”, pero lo que yo no sospechaba es que este espécimen era capaz de tener semejante diálogo para hacerse la simpática: “oye, tú país mucho malo, mucho terrorista, ¿eh? Mucho coche bomba, entrenamiento… ¡explosión! ¡Explosión!”
La muchacha no hacía más que sonreír amablemente y contestar: “¿Ah, sí? Bueno, también mucho bonito, buena gente…” mientras me lanzaba miradas equiparables a la de los invitados de La Noria.
Lo que tiene ser mujer trabajadora, que hay que estar preparada para todo. Como le sucede a una amiga mía informática, que trabaja resolviendo a distancia los problemas que les surgen a los trabajadores de una multinacional. Aunque ella ya avisa a sus interlocutores que para resolver algunas de sus incidencias tiene que “conectarse” con sus terminales, éstos no suelen ser conscientes de que ella va a ver automáticamente, por ejemplo, sus fondos de escritorio. Y pese a que la empresa recomienda no poner ninguno ella ahora mismo puede decir que tiene un máster en mujeres neumáticas con habilidades gimnásticas (y en niños en un atardecer en la playa, también hay que decirlo).
Si se conectara a Cataluña y a nuestra empresa quizá pudiera ver alguna foto del hijo de un compañero, que a sus cuatro años escasos es todo un crack. Desde que empezó a hablar el crío no ha parado de decir –y hacer- genialidades. La última que me comentó el compañero hubiera hecho las delicias de un programa de tópicos. Tras rogarles un día a sus padres ir a cenar a Mc Donald’s el niño alucinó con el Happy Meal. Pero no con los Mc Nuggets, no, sino con el juguete que traía. ¿Y esto es GRATIS, papá?
Cuando le dijeron qué era lo que más le gustaba del menú él volvió a decir “aquello que es gratis”. Un fenómeno.
En fin, disfrutad de lo bueno de la vida, que suele ser gratis, ¡y sed muy felices!
Os adoro.
P.d. dedicado a las mujeres trabajadoras, a las personas que conservan su trabajo y los que lo están buscando. Héroes todos ellos.
🙂 Grupo de Hong Kong Blues en FACEBOOK.
Tenemos que desterrar los tópicos sean sobre Paquistán o sobre los catalanes… aunque ese niño es para darle un programa en la tele.
FELICIDADES A TODAS LAS MUJERES SIN EXCEPCIÓN.
Me gusta eso que dices de los tópicos. Me ha hecho pensar cuán distinto sería todo sin esos lastres.
¡Sabias palabras! ¡Besos!
Bueno a mí esto de la mujer trabajadora no me gusta…y menos en estos tiempos que corren que tener un trabajo es mucho más que un trofeo. Aún así gracias por lo que me toca, Genial el muchachín del happy meal!, besos Agustín!
A mí tampoco me gusta demasiado por el hecho, como digo, de que pocas mujeres no trabajadoras he visto…
Besos y felicidades para ti, por la enorme parte que te toca 🙂
Creía que era la única que se acuerda de quien son los curris!!!
Bueno, he de reconocer que no recordaba su nombre y tuve que buscarlo por internet… aunque eso sí, de su continuo trabajar sí me acordaba, sí. ¡Besos compañera!
jajajaja muy bueno lo de la ropa interior y los curris que grandes no me había vuelto a acordar de ellos.
Te hubiera encantado estar ahí, jaja. ¡Contigo la anécdota hubiera ido muuucho más allá! ¡Besos Musa!
Me ha gustado mucho este post..describe a la perfección el mundo de hoy. Un saludo
¡Gracias por tus palabras! Lo cierto es que no me lo había planteado así :-S
¡Un beso enorme!
Llego tarde. Es que vengo de viaje y me encuentro con tu post sobre la mujer trabajadora. Gracias por la parte que me toca.
Un abrazo
¡Buenas compañera! Me encanta que llegues tarde por estar tan viajera. ¡Besos enormes!
Perdone el retraso, pero como mujer trabajadora que soy me gusta guardarme sus posts para leerlos tranquila; es lo que hago con los mejores artículos de las revistas o de los periódicos: cuando tengo prisa echo un vistazo general y, lo que parece más interesante, me lo dejo para el café. Y así es doble placer, doble chocolate: su artículo y el cafelín (y como fumadora proscrita que también soy, no le diré que añado un cigarrillo y ya lo convierto en un ménage à trois gastronómico-cultural que no lo superan ni Fassbender y McGregor juntos).
Ya lo sabe, pero se lo diré de nuevo: me lo paso BOMBA leyéndole. Gracias.
Adoradísima Señora Palo, no sé cómo agradecerle todas las cosas hermosas que me dice. De verdad. No sé si soy merecedor de tanto, pero me resulta muy balsámico.
Por cierto, con lo de Fassbender se ha pasado un poco, ¿no cree?
BESOS INMENSOS