
Isla. Palabra que aprieta el gatillo de nuestra imaginación. El mar. Quizá una palmera. ¿Un náufrago? No, ¡no queremos náufragos!
Y sol. Porque puestos a elegir, aunque pueda llover, preferimos imaginar calor.

A las islas no se llega por mar ni avión, se llega por el destino (me da igual lo que diga Ryanair).
No es un viaje a otro lugar. Es un viaje a uno mismo.

De las islas no se escapa fácilmente. No importa que haya Internet, al final siempre vuelves a topar con el otro. Y contigo. Así que elige bien tu compañía y no vayas enfadado.
Ley primera de la isla: cuanto más pequeña más te encuentras.
Y me apuesto unas vidas del Candy Crash a que quien más quien menos tiene recuerdos valiosos asociados a una isla.

Yo he vivido experiencias maravillosas en Patzcuaro (donde se construyen puentes de barcas iluminadas para los difuntos, se muele maíz azul y en vez de sopa de pescado te traen el tanque de “Liberad a Willy” con Willy dentro); en Menorca (donde el hombre ha domado las piedras para que aflore el verde, hay un palacio lleno de figuras kitsch de Lladró y pillas unas turcas de pomada memorables); en Sicilia (que sabe a pistacho, a chocolate y a limón y donde la policía me paró nada más llegar porque debía parecerles un mafioso con tanta gomnia); en Formentera (en la que viví hippy total, echando la siesta en cuevas con vistas al mar, sin luz ni agua corriente –ni ropa interior-, y aún así no me comí un rosco)… pero vuelvo a Lanzarote.

Durante estos días, entre digestión e indigestión, entre cena y escena, la gente hace sus propósitos para el año próximo. Nosotros vamos a Lanzarote a reencontrarnos, porque nos gusta quienes somos allí.
Con esos ojillos de pulga que se te ponen con tanta luz, esos pelos de loco que te deja su viento (me río yo del secador), la cara de pasmo que te dibuja la arquitectura de Manrique o los viñedos más hermosos del mundo… con ese meneo yo vuelvo a escribir.

Ya me veo paseando por Teguise o Haría, bañándome en papagayo, tomándome unas papas y un malvasía, trepando (sin gracilidad alguna, qué le vamos a hacer) el volcán del cuervo.
Y recuerdo que Lanzarote es muy pícara, tanto que incluso alguien tan cascarrabias como Houellebecq va y le dedica textos.

Aunque el verdadero orgasmo como lector o escritor te lo proporciona Tías. Porque allí, con vistas a Fuerteventura, está A Casa. Y no hay nada comparable a recorrer esas estancias, empapándose de la energía de José y Pilar. Para terminar tomándose un café, por Saramago, en su cocina. Vamos, que si después de eso no prosigo mis novelas, es para darme una torta y enviarme a la Conchinchina.

Que tengáis una salida y entrada de año estupendas. Yo lo haré con nueva agencia literaria y una nueva novela en marcha. Así que sólo puedo pedir que se me pongan las carnes prietas por generación espontánea, porque me viene mucha silla, jaja.

Qué gustito teneros ahí. Qué maravilla ver cómo siguen llegando Musas.
Gracias, gracias, gracias, viajad a vosotros mismos y… ¡Sed muy felices!

¡Nos vemos en Instagram !
🙂 Grupo de Hong Kong Blues en FACEBOOK.

Me ha encantado tu post. Me ha encantado ese sentimiento de fondo que transmite. Que increíble que puedas transmitirlo tan bien. Sin duda, te leeremos impreso. Ha de ser así.
¡Que vaya bien la época de fiestas y que el año 2.014 te vea imprimido!
Oh, qué bonito lo que me dices. ¡Mil gracias, de verdad! :_ )
¡Besos! ¡Ojalá se cumpla lo que dices!
Querido HKB: precioso tu post, me gusta que un lugar haga si cabe, a alguien mejor persona. Te deseo a ti y a Piticli lo mejor y espero veros el próximo año en la isla de mi cocina….Un abrazo
Es que eres adorable. Te tomo la palabra. ¡Besos!
Veo que debes tener a tus fans de vacaciones. Sin embargo, yo sigo
aquí a pesar de todo.
Así me gusta, que seas un apoyo tan fiel. ¡Qué afortunado soy!
Se te echa de menos, a ver cuando vuelves de tu «aislamiento» 🙂
Besote
¡Gracias por tus palabras! ¡Ya estoy aquí! 🙂