El otro día me llamaron machista y fue el insulto más original y sorprendente que me han hecho nunca. Y os aseguro que me han llamado muchas cosas. Yo, que tengo un entorno mayoritariamente femenino y que cuento con amigas incluso misóginas fui acusado de machista.
Qué se le va a hacer (una estilista que conozco dice que no me preocupe, que todo lo que tenga un aire masculino a mí me beneficia pues tengo una imagen necesitada de virilidad).
Afortunadamente, lo mismo que cuando escucho “llevo a mi hija al ludópata” (por logopeda); “tengo un trastorno popular” (por bipolar) o “ahora pasaremos por el pederasta” (por pediatra) no me inmuto, ahí también mantuve una poker face que ni Lady Gaga.
Y todo porque ante ciertos casos de separaciones complicadas rescato la figura del padre para los hijos.
Menos mal que la persona que me lo llamó no se enteró de que pocos días antes yo había comentado que lo peor de trabajar con niños era tratar a los padres.
Es curioso lo sensibles que estamos de un tiempo a esta parte. No es que tengamos la sensibilidad a flor de piel, es que está en carne viva.
Nos alteramos, reclamamos y denunciamos con singular facilidad y alegría ante determinados aspectos individuales pero en cambio cuando se trata de defender la Educación o la Sanidad, o bien de acabar con la corrupción miramos a la pantalla de la tele o del Candy Crush.
A este paso los únicos que muestran preocupación por los problemas sociales van a ser los animales. Me explico: el gato de una de las Musas reacciona brincando cada vez que en el telediario hablan de la crisis.
Pero es que la perra de otra conocida (ponga como ponga esta frase suena mal) parece que está realmente muy por la Investigación. Se ve que no para de colocarse ella misma la pelota en sitios en los que luego le va a resultar un reto sacarla. Sus dueños, matemáticos, están sorprendidos.
Humanos como bestias, animales con sensibilidad.
¿El mundo al revés? ¿Cosas de la vida moderna? Por cierto, qué difícil resulta ser moderno ya. Aunque el otro día convencí a PITICLI para que comiésemos en un restaurante filipino que han abierto en El Raval y fuimos la envidia y el triunfo de la modernidad.
En realidad no es exactamente un restaurante sino un take away montado con más simpatía que medios que cuenta también con cuatro mesitas y una especia de tarima. Allí comimos por cinco euros cada uno (bebida incluida) entre filipinos que nos miraban con curiosidad y otros que cantaban en el karaoke el mismo éxito de Madonna una y otra vez.
Dos hipsters filiformes y barbudos que pasaban por allí camino del Caravelle (un caféstupendo de ésos que parecen sacados de Seatle y atendidos por Belle & Sebastian) que nos vieron por poco se mueren. Ni cuando fuimos al espectáculo de danza del MacBa y me tocó al lado de Ana Torroja (sí, eso también me pasó). ¡Ja!
¡Sed muy Felices!
¡Nos vemos en Instagram !
🙂 Grupo de Hong Kong Blues en FACEBOOK.
That’s life…la gente se permite juzgarte a la brava, girarte la cara de repente…y tú lo único q puedes hacer es flipar y escribir blogs…aaaix q mal está el mundo Agustín!
Jajaja. Sí, y menos mal que aún puedo canalizar algo por aquí, ¡si no me tentaría el Harakiri! 😛
¡Besos!
Machista es pensar que nadie mejor que una mujer puede criar a unxs hijxs porque es parte de su naturaleza…
Un abrazo, Mr Kong
Me encanta que haya mujeres que piensen como tú. ¡Gracias por tu ejemplo!
Pues yo tengo una amiga cuya perra todos los días planta un pinito delante de la casa de Desesperanza Aguirre… ahí son nada los animalitos y su pulsión natural…
Pues yo tengo una amiga cuya perra todos los días planta un pinito delante de la casa de Desesperanza Aguirre… ahí son nada los animalitos y su pulsión natural…
¡Esa perra me parece lo más! ¡Besos!
Querido HKB: leo tu post y me viene a la cabeza la criminalización que se está haciendo de la protesta social y la impasividad de algunos…siempre nos quedarán los animales… 🙂
Es decir, me ha encantado el fondo de tu post, aunque la forma es fantástica.
Un beso.
Sí, son tiempos extraños. En los que debemos tener conciencia, reflexión y acción. ¡Besos Maestra!
No tengo perdón. Sí Sí lo tengo. No sabes por lo que estoy pasando. Demasiado trabajo. Besos
Me alegra en parte saberte tan ocupada. Espero que sea para bien. ¡Y que tu novela triunfe! ¡Besos!