Guía actualizada para viajeros preparados.
Japón es ese país lejano abundante en dos cosas: arroz y españoles.
Uno vuelve al País del Sol Naciente tras cinco años y se encuentra, por sorpresa, con que donde hubo misterio aquello parece ahora la embajada de Spain celebrando el Día del Pilar.
A los españoles, como a los italianos, se les reconoce fácilmente porque hablan muy alto y tienden a sentirse inseguros fuera de sus fronteras. En los países árabes, si pones atención, escucharás la llamada al rezo. En Japón, actualmente, oirás: ¡Daniel, tira p’alante! O ¡Mira tía, qué fuerrrrrte! Como si llevaras puesto el Whisper XL a todo volumen. Ya estés en la casa de un Samurái o en un Mc Donald’s.
Hay tantos que una vez una japonesa nos hizo una foto y nos soltó: “PA-TA-TA”.
Me encanta que digamos que los japoneses no hablan inglés. Especialmente con el nivel de idiomas de los españoles.
Hace unos años a los habitantes del País del Sol Naciente les sorprendían los occidentales, adoraban Estados Unidos y querían hacerse fotos contigo. Desde hace un tiempo les fascina Corea del Sur (comprensible) y están tan acostumbrados a los occidentales (desde los que van vestidos de explorador a los que visten de Otaku más currado que los locales) que incluso hay lugares donde los turistas no son bien recibidos. Gracias a Buda.
Muchos me habéis pedido anécdotas o recomendaciones. Ok. ¿Preparados?
La previa. Tener una experiencia auténtica y exótica japonesa a día de hoy exige más búsqueda y cierta preparación. No está de más que aprendáis algunas frases en su idioma, o que os informéis sobre lugares menos visitados.
Palabras imprescindibles: “KONNICHIWÁ” (hola / buenos días), “OJAIO GOZAIMÁS” (buenos días más formal), “KAWAII\» (qué monada), “KAKKOII” (qué chulo, más masculino), “SUMIMASÉN” (disculpe – y también para llamar al camarero-) “GOMEN NASAI” (lo siento), “WAKARIMASÉN” (no comprendo nada).
Expresiones con las que conquistar en las comidas: Cuando te traigan el primer plato suéltales “ITADAKIMÁS” y te ganarás su simpatía (viene a ser: agradezco la comida que me sirves). Si te gustó lo que probaste: “OISHI DÉS” (esto está delicioso). Al acabar todos los platos, y ya para matrícula: “GOCHISÓ SAMÁ DESHTÁ” (agradecimiento por lo bien que has comido). Los dejarás ojipláticos.
Comer. Sí, es siempre un placer. Del Izakaya (taberna de barrio) a la Bento Box (caja de comida para el tren). Explorad los locales ubicados en los sótanos y sobre todo los de los pisos superiores o debajo de las vías del tren. Sorpresas aseguradas.
Si no sabéis qué pedir, señalad, sonreíd y dad las gracias, aunque cada vez más disponen de cartas en inglés con fotos.
¿Sushi? Claro que el sushi se encuentra, pero ellos no comen sushi todos los días. Os sorprenderá descubrir cuántos lugares de casquería puedes localizar, o de rosquillas y churros. Lo que no veréis fácilmente es verdura o fruta: allí es extremadamente CARA y escasa. Un plato de tomate puede costarte seis euros. Una sandía entera, más de treinta.
Beber. En Japón se bebe bastante (a diferencia de Taiwán, por ejemplo). La cerveza (“BIRU”) es fácil de encontrar aunque no súper económica. El café tampoco es barato. En cambio, té verde everywhere. Veréis té en vuestra habitación, en las tostadas, en las Oreo e incluso en los Kit Kat.
Diversión. Funciona por zonas y barrios. Todo un espectáculo. Jamás vi looks tan extravagantes y fascinantes como a la entrada de algunos clubs de Shinjuku nichome. Los Pachinkos son totales e incomprensibles. Sus máquinas de videojuegos, dignas de ser probadas.
Karaoke. ¡Qué gran invento! Nosotros siempre vamos (preguntad si tienen canciones en inglés) pero para mí el gran descubrimiento este año ¡han sido las BOLERAS 24 horas! Frente al hotel, en un cuarto piso, teníamos una 24 horas genial.
Horarios. Esta parte es compleja. Hay zonas donde la gente come a las doce y cena a las seis, y barrios donde todo es 24 horas. Lo mismo con los templos y las tiendas. Uno de los grandes atractivos para nosotros es siempre ir a tiendas o restaurantes de madrugada. Ver gente comprando a las tres o haciendo una parrillada de pescado a las cinco de la madrugada es posible en Kabuki Cho.
Clima. Japón no es verde porque sí. ¿Habéis estado en Galicia o Asturias? Pues eso. Puedes tener día de calor asfixiante, pero también te puede llover, y mucho. A nosotros hasta parecer un simulacro del diluvio universal. Pero conseguir un paraguas está chupado: puedes pedirlos en tu hotel (es probable que incluso te ofrezcan botas de agua), los venden baratos en los 7 Eleven y si miras por la calle siempre los hay directamente abandonados. Lo mejor: la vida no se para y sigue siendo un espectáculo maravilloso.
Alojamiento. Fuera de las ciudades la gente tiende a los locales tradicionales. Alojarse en un ryokan tiene su punto (y con frecuencia, ONSEN –maravilla de baño termal– propio), pero otra opción interesante y menos utilizada puede ser el MINSHUKU (casa de huéspedes). Menos lujosa pero económica y real. Nosotros estuvimos en uno en Kanazawa muy majo, cerca del cual escuchábamos a una aprendiz de geisha ensayar canciones por la mañana. En las ciudades hay hoteles básicos muy económicos y apañados. En Tokyo nos alojamos en la planta 21 del Gracery, con su cabeza de Godzilla, y fue increíble.
Orientación. Si te sientes perdido o desorientado, respira: a tu alrededor seguro que habrá un cartel en inglés y un mapa que no habías detectado. Es un país organizado. Se habla mucho del caos del metro de Tokyo. Yo encuentro el de Madrid más difícil (¡y no digamos el de Londres!).
China. Japón está lleno de turistas chinos (detectarás sus costumbres enseguida) pero quizá te sorprenda lo que les gusta a los japoneses ir a visitar el Chinatown de Yokohama y hacer fotos. Más alucinante aún: allí comer en un restaurante chino es CARO, más que en un japonés. Hasta para entrar en su templo deberás pagar.
Corea del Sur. Han colonizado a todos sus vecinos. Con su moda (fascinante), su música, su gastronomía (deliciosa) su estética y… ¡sus TELENOVELAS! Tokyo tiene un Korea Town al norte de Kabuki Cho. Ir a cenar ahí es una maravilla. Curiosamente nosotros hemos descubierto que tenemos un feeling especial con los coreanos. ¡Muchos se nos acercan espontáneamente a hablar!
Comprar. Es un deporte nacional. Lánzate y alucina. Explora todas las plantas de los centros comerciales (la sección anti terremotos es total). Vigila, porque muchos precios están sin tasas. Y quítate los zapatos antes de entrar a un probador. Pero alégrate: el cambio al euro nos sigue beneficiando.
Hipsters y vintage. Abruma la cantidad de tiendas de ropa de segunda mano que puede haber en los barrios modernos de Tokyo. Mientras que las guías tradicionales hablan de Harajuku y Shibuya, los verdaderos barrios punteros son SHIMOKITAZAWA (postureo hipster extremo), NAKAMEGURO (muy pijo y sofisticado, con un bonito canal) y KOENJI (la próxima presa de la gentrificación, real, lleno de templos y locales de música en vivo).
Lavabos. Sí, hay por todas partes y son una maravilla.
Los japoneses. Educados, elegantes, amables, simpáticos, en ocasiones rígidos sobrios, otras súper cercanos bebidos. Impenetrables. Fascinantes.
Volver. Hay que volver a Japón. No es un país, es un Universo. Mi próximo objetivo: sus islas del sur.
¡Ya tenía ganas de volver a saludaros! ¿Cómo os ha ido?
¡Sed muy Felices!
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WOW ¡qué viajazo! Y fuera de los lugares de los que todo el mundo habla. ¡Geniales fotos también!
Bueno… algunos lugares sí eran más típicos. ¡Pero nos lo curramos! ¡Besos!
Querido HKB: tu post me ha parecido muy KAKKOII (espero haberlo usado correctamente).
Pero no me han entrado ganas de visitar Japón, porque ya las tenía!!.
Me alegro mucho que hayáis vuelto y que hayáis disfrutado!!.
Muchos besos!!.
Seguro que os encantará. Pero eso sí, hay que planear actualmente rutas menos habituales. ¡Besos!
Uuuooo qué post más útil! Nosotros vamos 4 días a Tokyo en octubre y ya he apuntado todas tus recomendaciones sobre la ciudad! Besoooos
Gemma
TaipeiStyle
¡Oh! ¡Me alegro que te haya gustado! Shimokitazawa os fascinará por los looks y las tiendas. ¡Besos!
Es el reportaje fotográfico más largo que te conozco. Bieeen.
Jajaja. Creo que tienes razón. ¡Besos!
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