La mujer intensa es reconocible en cualquier habitación, pues no teme dar su opinión. Si uno se fija bien, observará los torbellinos que se crean a su alrededor. Amores, odios. Indiferencia jamás. Eso no entra en la ecuación.
La mujer intensa llora de rabia, bebe, ríe, siente y disfruta. Para nada sumisa. No es un objeto, sino lo opuesto a un florero. Como mucho, un rosal fragante con sus espinas.
La mujer intensa se nota, deja huella. Abre camino. Puede resultar incómoda o inapropiada. Recibe reveses, pero les planta cara.
La mujer intensa sabe reparar. Decide, organiza, manda, enloquece, consuela, defiende. Marca.
La mujer intensa no teme estar sola, puede estar sola, aprende a estar sola. Porque no busca una pareja cualquiera. Le cuesta, se desespera, lo intenta. Estar a su lado tiene recompensa, pues con ella el aburrimiento no existe.
Ansía la calma pero poco le dura.
La mujer intensa labra su propio camino, se esfuerza en lograr su destino.
La mujer intensa rompe esquemas y patrones, cuestiona las sumisiones.
La mujer intensa sabe que de eso trata la libertad.
La mujer intensa es necesaria. A veces junto a un gay la veréis pero no solo por eso la reconoceréis.
La mujer intensa es
Nota: este texto va dedicado a todas esas mujeres que por inconformistas, luchadoras, pasionales o simplemente cuestionadoras de un papel sumiso, reciben agravios pero también toda nuestra admiración.
¡Sed muy felices!
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Me ha encantado!! «La mujer intensa es» y punto. Pues me siento muy identificada, la verdad.
¡Oh! Muchas gracias Carmen. ¡Un beso enorme a intenso!
Bueno yo voto por la paridad. Vivan las mujeres y los hombres intensos!!!!
Como tú.
Un abrazo!!
Jajaja, qué respuesta tan genial y equitativa. ¡Un abrazo!
A mí la intensidad me resulta excesiva, pero admiro la resolución que imprime.