¿Cabrían sesenta personas más? Recibí este mensaje pocos días antes de dar mi charla en la biblioteca de Mataró. Me quedé a cuadros. Resulta que la información le llegó a una escuela que impartía ciclos formativos de marketing y publicidad y no sólo se interesaron por al evento… sino que vinieron.
Las bibliotecarias estaban tan contentas por tener público joven que antes de que yo hablara tomaron el micro para explicarles los programas que ofrecía el equipamiento.
Más de cien personas. Entre alumnxs, amigxs de la infancia, ex compañerxs de la ONG y del trabajo… y fans de Lady Laca, que tenía el encargo de presentarme y realizarme algunas preguntas. Volver así a tu ciudad natal es una pasada.
Para quienes me preguntáis de qué suelo hablar os diré que la gente se queja de que hablo poco de mi novela, pero es que no quiero que parezca una reunión trampa de tupperware. Siempre he pensado que mejor dejar con ganas que saturadxs.
¿Entonces?
Pues explico qué es ser influencer: una persona con capacidad de prescripción. Y que es importante tener carisma –por supuesto- pero sobre todo aportar (desde creatividad al vestir a un mensaje inspirador).
Insisto mucho en lo que yo denomino “OCP”: Oportunidad, credibilidad y profesionalidad. En estos tiempos de desempleo juvenil, algunxs influencers han conseguido algo tan bueno como ser sus propixs empleadores, pero luego se les ha ido la pinza y se han convertido en gente – anuncio sin orden ni concierto y ni siquiera cumplen con lo que se les pide.
En este punto me suelo acelerar y si me descuido ya no hablo de otra cosa que de la Cara B del mundillo: compras de likes y seguidores; gente que se cuela en fiestas y photocolles pero sube foto como si estuviera invitada; gente que finge tener sponsors cuando se compran la ropa; personas que devuelven las prendas a la tienda tras los looks; que no es tan fácil vivir sólo de ello; arrebatos infantiles y peleas de gatas… eso Anna Alós, admirada periodista, define como “influleches”.
Lo reconozco, me preocupa tanto que lxs chicxs queden fascinados por este mundillo y no hagan crítica que me explayo.
También trato el tema de las redes sociales: de las relaciones en los tiempos de app al ciber acoso, explicando vivencias propias de acoso escolar y de acoso en redes, y ejemplos de cómo gestionarlo. Este punto suele generar un silencio importante en la sala.
Finalmente suelo animar a desarrollar los sueños de cada unx y hablar de influencers que para mí valen la pena: quienes comparten conocimientos, quienes defienden causas justas o, especialmente, personas cercanas que merecerían tener mucha más visibilidad, como las madres o lxs abuelxs.
Llegados a este punto acabo y, efectivamente, me doy cuenta de que casi no he hablado de mi libro. Pero el público suele aplaudir, preguntar, y decirme que se lo ha pasado bien. Y ése es el mejor premio.
Mil gracias a todas las personas que vinisteis, conocidxs y desconocidxs. Fue un fantástico regalo de la vida.
Desarrollad vuestros sueños y… ¡Sed muy Felices!
Seguimos en contacto vía Instagram (@agustinkong) Pero si me veis en el mundo físico… ¡saludadme!
🙂 Grupo de Hong Kong Blues en FACEBOOK.
Home sweet home… me alegro por lo bien que ha ido. Y no se trata de la cantidad de público.
Tienes toda la razón. ¡Muchas gracias por tu apoyo! <3
Querido HKB: me alegro mucho de tu éxito en casa y también del de tu madre!.
Un fuerte abrazo!!
Muchísimas gracias por tus palabras de apoyo. Te adoro. ¡Besos!