El martes, tras salir de guardia, terminé cenando vino y mortadela con un grupo de mujeres estupendas. Me gustó que había de todas las edades, y que compartían el hecho de saber analizar temas serios a la par que podían reírse de la vida.
Me dejó un sabor de boca estupendo.
El miércoles, por sorpresa, acabamos PITICLI y yo en la presentación de un Festival Artístico Multidisciplinar alternativo gestado por chicxs de veinte años. En un principio pensé que sus madres podrían estar tranquilas pues PITICLI y yo les cangurábamos.
Luego escuchamos su insistencia en la necesidad de romper barreras, y conforme avanzaba el evento más nos disolvimos y disfrutamos de todo lo que nos unía más de lo que nos separaba: las ganas de aprender, de crear, de mostrar. De disfrutar e incluso de defender la diversidad. De ahí salí con un montón de ideas y admiración. Lo que no hubo fue vino y mortadela, sino cerveza.
Pero un momento…ahora que lo pienso… el domingo anterior unos amigos nos habían invitado a comer a su casa… ¡y también hubo vino y mortadela!
Con la excusa de hacer una raclette nos encontramos parejas interraciales, de distintas generaciones y variaciones de género. Fuimos una familia feliz, variopinta y elegida. A la comida acudió, en concreto, una pareja que me fascinó. De casi sesenta años (ella un poco mayor que él) llevan toda una vida juntos, viviendo cada uno en su casa, compartiendo sueños y viajes alrededor del mundo. Sin hijos pero cargados de ilusiones y proyectos.
Llegaron en moto pero podrían haberlo hecho en barco. Rompiendo moldes sin pretenderlo, ofrecieron referentes a su generación y a otras.
Y hablando de referentes, el lunes fui a una charla sobre la construcción de la identidad de la mujer con una amiga. La ponente lucía barba, y defendía que cada cuál ha de seguir su camino, y que los medios de comunicación y publicidad han de mostrar todo el abanico de referentes.
Tras la charla, dicha amiga y yo fuimos a tomar unos vinos (y por poco también mortadela). Ella es francesa -más joven que yo- y está unida a un italiano estupendo -mayor que yo-, y con la que comparto desde el amor por las letras y la libertad al placer de tomar un sopa china deliciosa en un lugar donde los dueños son absolutamente desagradables.
Esto nos lleva de nuevo al martes. A cerrar el círculo. Y a darme cuenta de que si algo he aprendido en los últimos días es que no es la edad que tengas, sino las inquietudes que conserves.
Que no hay nada más bonito que compartir. Que no hay edad para reír, soñar o amar. Que necesitamos diversidad de referentes. Que debemos poder llevar a cabo la vida que deseamos.
Y que a veces la vida es eso, saber disfrutar enormemente del vino y de la mortadela.
¡Seamos muy Felices!
Seguimos en contacto vía Instagram (@agustinkong) Pero si me veis en el mundo físico… ¡saludadme!
🙂 Grupo de Hong Kong Blues en FACEBOOK.
¡Muy sabios! Hemos de acabar con la pretendida frontera de la edad. Abajo los muros, sean de lo que sean.
Abajo los muros y arriba la gente como tú. ¡Besos!
Eso: ¡más sopas y letras (y sopas de letras y letras en la sopa)! y ¡más vino, más mortadela, más diversidad y más libertad! Gracias Maestro Kong 🙂
Gracias a ti, gran inspiradora <3
Querido HKB: yo hace años que no como Mortadela. Pero por tomarme un vino contigo con conversación incluida, haría un esfuerzo.
Un abrazo¡
Querida compañera, verás que el esfuerzo tendrá su recompensa. ¡Besos enormes!