Hay quien se echa las manos a la cabeza y también quien decide que mejor sea alguien ajeno quien lo haga y que le cambie el peinado. Un amigo nuestro (con una importante cantidad de cabello indomable) está encantado tras haber descubierto a un peluquero armenio cuyo lema es: “hombre con pelo interesante y bueno, hombre con carácter interesante y bueno”. Y ni le importa saber que se lo dice a todos, a él le ha dejado un tupé fantástico.
Hay quien se echa una mano de pintura para aparentar juventud y hay quien directamente se pone los pechos de una adolescente. Una de las señoras de la limpieza de mi trabajo (distinta a la que decapita mi figura de Budha día sí y día también) me dio la otra tarde una charla sobre “la importancia de invertir en uno mismo y lucir un aspecto tan joven y lozano que tu enterrador se excite maraville el día que te conozca”. Ciertamente es un criterio de evaluación interesante. Ella, que se está reinventando tras una difícil separación, ahora está por disfrutar plenamente de la vida. Y de un nuevo chasis.
Hay quien necesita hacer algo creativo con sus manos continuamente, y si es en forma de magdalenas y patchwork mejor que mejor. Son las autodenominadas Malenis. Yo no lo sabía, pero estoy rodeado de ellas. Las Malenis son como los vampiros, están entre nosotros y forman una sociedad estructuradísima seudo secreta. Adoran los cupcakes de formas y colores diversos y si les ofreces una aguja e hilo pueden customizar el mundo. Por cierto, también tienen sus enemigos: existen infinidad de foros contra ellas y no todos los moldes de silicona son tan aptos como anuncian. A mí me encantan.
Hay niños que echan una mano a sus madres y adultos a los que se les dan bien los niños. El hijo de una amiga –que es un crío genial que apunta maneras-, cuando vio que su madre se probaba un vestido pero que no se lo iba a comprar le soltó: “¡mamá, pero si estás guapísima, llévatelo! ¡Vale, no te queda del todo bien por esta parte, pero yo en casa te pongo unos detallitos en esta zona y verás qué bien!”. Y es que el niño es un crack haciendo miniesculturas con papel de plata que parecen joyas.
Otra amiga, ejerciendo de madrina enrollada, les regaló a sus ahijados unos rotuladores de ésos “invisibles” con los que estuvieron jugando y dibujando toda la tarde. Y no cayó en que los niños también le habían dibujado con dichos rotuladores sobre su cuerpo serrano hasta que por la noche, en una discoteca, los neones la enfocaron. Ventaja: como los niños le habían escrito su nombre –aparte de otras filigranas que ni la Alhambra- por su anatomía, presentarse a alguien resultaba francamente fácil.
Aunque para facilidades las que le ofrece la chica del servicio a una conocida un tanto pija. No sólo le deja la casa como los chorros del oro sino que cuando en un arranque de progresismo nuestra conocida se fue a una manifestación, para poder manifestarse mucho más cómodamente se llevó no sólo a su marido, sino también a los niños y a “la chica” para que cuidara de ellos mientras se encontraban entre la multitud.
Hay lugares en que te echan una mano, y otros en los que te ofrecen unas prendas de segunda mano alucinantes… ¡al peso!
Mi último descubrimiento y fascinación es FLAMINGOS VINTAGE KILO. Tienen un surtido brutal y unos precios sin competencia. No vayáis con prisa, ¡lo suyo es reservarse unas horas! C/ Ferlandina 20.
Y después de buscar y buscar, nada mejor que ir a comer algo y relajarse a AKASHI GALLERY. Mitad galería de arte, mitad restaurante y tetería japonesa. Indescriptible. Los platos y el trato son deliciosos, pero es que además tienen un pequeño jardín interior con estanque incluido. Y por si fuera poco, programan un montón de actividades (mercadillo, ceremonia del té…). C/ Rosselló 197, junto a Enric Granados.
Así que ya lo sabéis. A disfrutar, a echar una mano… ¡y a ser muy felices!
🙂 Grupo de Hong Kong Blues en FACEBOOK.
What!? Malequé!? Jamás de mi vida había oído de la existencia de semejante grupo, aunque con esa definición espero que el servicio de inteligencia (ja ja) español las tenga vigiladas.
Tan grande como siempre.
Jajaja, yo tampoco sabía sobre ellas, pero luego busqué por internet y hay miles de entradas!
GRANDE TÚ!
GRACIAS!!!
También descubrí hace poco esta definición y me horroriza. Primero que odio las etiquetas, segundo que comparto algunos gustos pero no todos. Prefiero que me llamen artesana, porque desde luego el nombrecito me parece de lo más ordinario… Por favor, boicot al nombrecito! 🙂
Besitos Agustín desde Lanzarote
Me gusta mucho lo de «artesana». A mí lo que me sorprendió es que se «autodenominaran» así jaja.
No sabes cómo me gusta recibir esos besos lanzaroteños. ¡AY!
¡Besos para Lanzarote también! <3 <3 <3 <3 <3
Yo quiero ser Maleni de mayor!!! el origami cuenta??? 🙂
Me he reído un montón con el post… yes grande…
¡GRACIAS!
Claro que el origami cuenta, jaja. En tu caso cambiaríamos cupcakes por patatitas y cerveza. ¿Qué te parece?
¡BESOS Y GRACIAS!
LOVE IT!!!!!! 🙂
Como siempre muy ameno. Gracias por la información, tengo en casa una Maleni y yo sin enterarme, aunque notaba algo raro, es capaz de desaparecer de casa para ir a coser lo que sea y yo sigo con mis tejanos destrozados y algún calcetin con tomates. A partir de ahora iré con mas precaución, sabiendo que son una secta, no la inportunaré con mis chorradas, intentaré volver a tiempos de la mili.
JAJAJA. Eres genial.
Me ha encantado verte de nuevo por aquí. ¡Qué ilusión!
¡Un abrazo ENORME!
Bueno yo soy Hemimaleni,pues de cupcake nada, pero me defiendo con la aguja y el hilo. También tengo en común con las protagonistas que me llevo a mi marido a mis manifestaciones y a veces a los «niños», claro que si yo no fuese irían solo, menudos!.
la anecdota del rotulador invisible, me ha gustado mucho…Un abrazo!! o dos!! 😀
Jajaja. ¡Recibo con alegría esos abrazos! Qué placer encontrarte por aquí. ¡BESOS, Hemimaleni!