Que el mundo está loco no es una novedad. Que en verano es cuando mejor se puede comprobar es una gran verdad. Seguir las noticias, e incluso la cartelera estos días es un deporte de riesgo. Intentar imitar a algunos de los especímenes localizables en piscinas y playas también.
No os dejéis arrastrar al lado oscuro. Ni al del sol abrasador. El verano, esa época en que nunca llueve a gusto de todos. Bueno, en el averno de Murcia ni una gota y en Asturias tanto que en vez de Covadonga parece que tengan la Virgen de la Cueva en modo “lo vais a flipar”. Parece que no nos gustan los intermedios ni en las películas.
Los que trabajamos en estas fechas nos quejamos, y los que no tienen trabajo, por supuesto, también. Hay quien tiene el objetivo de un amor de verano. Y no os podéis ni imaginar cuántas separaciones y divorcios se dan también. Luego están los que arrastrados por la pasión vacacional buscan los hijos, y los que ahora que tienen que cargar con ellos las veinticuatro horas fantasean con renunciar a ellos.
Para mí lo mejor de estas fechas, dado que me encanta el calor, son las siestas calurosas (pese a que es cierto que a mucha gente no le gusta que se arrimen a su aura siquiera, precisamente por el calor, al grito de “quita bicho”) y los espectáculos al aire libre. He de aclarar que por espectáculo no me refiero a los guiris cuando vuelven de fiesta ni a ciertos personajes que me hacen dudar cada mañana de si son hipsters o homeless (os prometo que cerca de la estación de metro Liceu hay unos tipos que aún no sé si son lo más moderno queriendo o lo más zarrapastroso sin poder evitarlo).
No, hablo, al menos en Barcelona, del teatro en los parques, de la música en los jardines, del cine en la playa o en lugares tan increíbles como el foso del Castillo de Montjuïc. Todas las penas de la jornada se me pasan cuando llegamos a la explanada y organizamos el picnic con nuestros amigos (tradición de ese evento) antes de que comience la película. Otra ventaja: a las impresionantes vistas de la ciudad hay que añadir que la temperatura allí es tan fresca que has de llevar manga larga. ¡Lo más!
Vamos, que la \»Sala Monjuïc\» es, por lo tanto, la mejor muestra de “fricalor” que simboliza estas fechas. Consejo: si también estáis mentalmente fricalor y vuestras emociones como una montaña rusa, disfrutad del viaje. Eso sí, abrochaos el cinturón.
¡Sed muy Felices!
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Los ejemplos ejemplificantes de las fotos están a nivel sublime en este post. Chicas guerreras con historias que hacen palidecer a las vidas de los mártires paleocristianos.
Yo este verano tengo el modo fricalos activadísimo con las hordas de turistas borregos. Me encantan que nos vengan a visitar, que traigan aires nuevos del s. XXI para contrarrestar los del s. XIX que nos llegan del centro peninsular… pero me acuerdo mucho de la madre del que hizo el casting…
En cualquier caso, ¡es verano! (Aunque cueste creerlo en ciertas regiones marinas dentro del estado).
¡Ay los turistas! ¡Qué difícil la convivencia! ¡Besos y buen verano, aunque sea en esa región marina!
Querido HKB: me alegro que al menos disfrutes en Barcelona este verano que te ha tocado trabajar.
En cuanto al comentario de Under, creo que desgraciadamente, los aires del XIX no son patognomónicos del centro peninsular.
Un abrazo y que sigas disfrutando!!
Jajaja. Tuve que mirar patognómico en el diccionario, jaja. ¡Como siempre, muy sabia! ¡Besos!
Afortunadamente existe gente que nos hace albergar la confianza en un cambio cuántico tipo teletransportación al siglo XXI, gente como usted. Pero de momento, lo que la mayoría elige, no deja de ser un anclaje en viejos métodos de férrea gestión… =D
BUFFF, BUFFF qué horror. Suerte que usted confía en el optimismo. ¡Besos!
Ya ves , yo estoy en Lugo y aquí no hace calor. No ocurrió así el año pasado. Da igual, en Lugo, el sol cuando sale, sale y rabea.
Un picnic ante la pantalla con una buena película es una joya.
Lugo ha de ser una maravilla. Un abrazo enorme, compañera.