“Mientras el cuerpo dé sombra la persona se sigue siendo persona”. Éste es sólo uno de los aprendizajes que he tenido hoy con mi abuelo. Otros han sido relativos a los beneficios de ciertas verduras autóctonas (las “pencas escalonadas”), o al esfuerzo por superar las adversidades de tanta gente anónima que tuvo la desgracia de nacer con malas cartas.
Historias de mujeres que para sobrevivir en tierras de sequía almacenaban agua de la discreta fuente, y que luego vendían a quienes llegaban apurados en burro.
Niños que acudían de noche a la escuela rural, atravesando campos, y que se turnaban para iluminar al resto con un candil.
Chavales que al llegar a la adolescencia debían hacer sus propias alpargatas si querían calzarse, pues sus padres “no podían hacérselas siempre”.
Como veis éste es un post diferente. El motivo es que me encuentro en un pequeño pueblo del norte murciano, celebrando el noventa y tres cumpleaños de mi súper abuelo, reencontrándome con tíos y primos, con los palacios, las casas sencillas y las huertas.
El viaje todavía promete sorpresas. Ya os las contaré. Pero no quería dejar de escribiros. Mantener ciertas tradiciones es importante.
¡Sed muy felices!
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Querido HKB: gracias por compartir estas anécdotas tan familiares para mí, pues, como sabes, mi padre fue un superviviente de esa época.
Un abrazo para ti y por supuesto para tu encantador abuelo con mis felicitaciones.
Cuánto me he acordado de ti por esas tierras. Y de tu padre. Qué grandes. ¡BESOS!
¡Qué suerte poder disfrutar de tu abuelo! ¡Y qué suerte de abuelo! Es una pena que no se estudien en las escuelas estos ejemplos de personas que han superado las adversidades de un modo tan positivo, aprendiendo y construyendo con lo fácil que resulta quedarse en la amargura y el odio. ¡Tú abuelo asignatura obligatoria ya!
¡Sí! ¡Asignatura y Patrimonio de la Humanidad!
Es el post más tierno que he leído nunca.
Mil gracias por tus palabras.