El saber no ocupa lugar, la dieta asturiana sí. Tras más de una semana familiar en la Patria Querida por poco no puedo realizar las fotos del salto, teniendo que dar paso a una nueva modalidad: fotos varados.
¡Ay, Asturias! ¡Qué lugar! Dudo que a nadie le deje indiferente, ni excluido. Jamás conocí a una población tan acogedora.
Da igual que seas un extraterrestre o un mutante, si eliges la tierrina para pasar unos días, te adoptan.
Un ejemplo extreme: conocí el caso de una pedigüeña rumana que ha terminado ejerciendo el rol integrada en la entrada del supermercado, a la par que aguanta los perros de los compradores o las bolsas y las mochilas. Y todos la conocen y tratan.
Pero es que la buena mano asturiana con el otro es incomparable. Jamás vi dependientes tan amables (menos en el Corte Irlandés, pues eso ya sería abusar y romper una regla de la institución). Incluso en rebajes.
¿Tráigote otra tallina, vida? ¡Ay, quédate de maravilla! Préstame por la vida. ¿Envuélvotelo pa regalu? ¡No, fíu, qué va a costáme! (su amabilidad es tan cruel que te dejan más al borde de la lágrima que la telenovela).
Y así everytime, desde las cafeterías hasta los chigres, que para quien no lo sepa, es una especie de tasca con serrín que podría aparecer en los libros de Astérix.
¡Calla, oh! ¡Ven y toma un culín de sidra! ¡Pero tíralu! ¡Cagón mi mantu! ¿Probaste ya el cachopu? ¡Pídote un cachopín, oh! Si oyes esa palabra, huye, o tómate rápidamente un protector gástrico.
Asturias es un lugar estupendo que desconoce la mesura. Comer es reventar, llover es diluviar, amistad es lealtad de por vida. Y el carismático no es sensacional, ye mundial.
Si los de Bilbao nacen donde quieren los asturianos llegan de donde les sale del forru los *****es.
Yo estoy encantado cada vez que voy, y tengo unas experiencias sensacionales, sobre todo porque conozco la norma máxima no escrita: todo asturiano echará pestes de la lluvia, del huidizo verano, del traballu, pero ah, amigo, no caigas en la trampa. ¡Sólo ellos pueden hacerlo!
Sé tan ingenuo de criticar tú y descubrirás por qué la fama de las cuencas o con qué sutilezas reconquistaron un territorio.
A Asturias se va a dejarse llevar, a disfrutar y a comer. Y como prácticamente no he hecho otra cosa –aparte de trabajar en la novela- estos días y me pedís direcciones, ahí van unas cuantas.
Probablemente uno de los gastrobares más exitosos de la ciudad. Una carta muy creativa, y una selección de vinos y cavas estupenda. Lo mejor: lo simpáticos que son pese al mogollón de público. El Steak tartare con tostas de aceite de oliva y helado de pimiento asado es sublime. C/ Manuel Pedregal 8, Oviedo. Si vais y está a tope, muy cerca encontraréis LA LOLA. Son encantadores y comes rico a precios muy económicos.
Un local muy luminoso y céntrico en Gijón. Menú estupendo. Impresionantes las vieiras con espuma de lima limón. Perfecto para descubrir la ciudad, cerca de la playa y del casco antiguo. C/ San Agustín 8, Gijón.
Este lugar está lleno de ventajas. La ubicación, el ambiente un tanto alternativo y relajado, y, sobre todo, las opciones vegetarianas de que disponen (no es algo tan frecuente en Oviedo). Su tosta de seitán está buenísima.
No es la primera vez que lo recomiendo, y por algo será. El responsable del local se propuso sembrar la cocina de autor en la capital de una cuenca minera. Su vitalidad y amor por la profesión se contagian. Fusión e innovación inesperadas: Ensalada de quinoa con chips de boniato, solomillo Café de París, helado de Ferrero Rocher… C/ Constitución 71, Sama de Langreo.
Un fin de fiesta a lo grande. Un tanto alejado del centro de Oviedo, se trata de un local muy cuidado. Vale la pena reservar el menú Teppanyaki. Delicioso. Entre la tradición y la innovación. Me encantó ver a una mujer manejando la plancha (eso, en principio, no sucede en Japón). Pero es que como ella mismo dijo, esto es Asturias, y aquí la mujer no se supedita. Y sí, es verdad, eso es algo que me admira de las asturianas. C/ Santa Ana, 14.
Y hasta aquí las recomendaciones. Ahora a digerir la vuelta a la cotidianidad.
Muchas gracias a todos los amigos y familiares que nos han arropado (y mis disculpas por todos a los que no dio tiempo a ver). ¡Puxa Asturies!
¡Sed muy Felices!
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🙂 Grupo de Hong Kong Blues en FACEBOOK.
He engordado sólo con leer el post. Cómo mola Asturias. Y, los asturianos, ni le cuento 😉
Qué sabia es usted. Y empática 🙂
Calla, oh… Asturies ye lo mejor. =D
PUXA ASTURIES! Y PUXA TU!
(Fala n’asturianu!)
¡Puxa la llingua asturiana!
Querido HKB: yo siempre he dicho que donde mejor he comido ha sido Asturias, en cualquier sitio…todavía recuerdo Casa mami, Casa Poli o Casa Fermín.
Qué suerte que tengas un consorte asturiano!! que maju, jeje
Un abrazo para los dos!!
Pues sí, una suerte para mí y para los fabricantes de Fajas y Almax jaja. ¡Besos!
Encantóme el post vidi…
Tas muy delgau, fríote un huevin?
¡No! ¡Por el amor de Dios! ¡No! jaja. Toi fartuco ya. ¡Besos!
Los asturianos son como mis primos hermanos. Estuve el pasado verano en Oviedo y comí fabada en la calle de las Sidreríoas.
!Que gozada!
Qué buena pinta esa fabada. ¡Un beso enorme!