Dicen que los niños son como los pe*os, que solo nos gustan los nuestros. Es una osada afirmación, no cabe duda. Porque probablemente no a todo el mundo le agraden sus propios gases.
Lo que está claro es que seguramente no nos apasiona aguantar los de los demás.
Volviendo a los niños, a mí me sucede algo exótico: me preocupa que no sepan comportarse en sociedad. Lo sé, soy extraño. Y antiguo.
¿Recordáis a esos viejos cascarrabias que regañaban a los críos ajenos en parques y locales? Pues bien, ya tienen remplazo. YO.
Que unos niños intentan quebrar una escultura de un palacio el día de las jornadas de puertas, abiertas mientras sus padres hablan tranquilamente a dos metros… ahí estoy yo.
Que unos chicuelos gritan hasta hacer explotar los tímpanos de cualquiera en un museo (¡en un museo!) mientras sus responsables toman algo en la cafetería… ¡ahí estoy yo!
Que unos protohumanos golpean con botellas, gritan e increpan a los otros comensales de un restaurante mientras sus padres –y los amigos de éstos- miran el móvil en la mesa de al lado… me largo del restaurante.
Queridos padres, tener un hijo ha de ser algo maravilloso e intenso. Y es un detallazo que queráis compartirlo con todos los de alrededor. Jo, de verdad, sois super generosos.
Ojalá tuviéramos la misma capacidad de abstracción y concentración con el móvil que vosotros en un restaurante o la calle. Pero cada cosa en su sitio (si es que destrozar una escultura es algo lógico fuera de una performance).
Y la relajación no impide la educación. Los niños necesitan saber qué es adecuado y qué no, conocer el límite. Voy más allá.
Si los hijos no dejan de ser una cierta prolongación de los padres, y a los padres no les afecta que estén molestando o destrozando el entorno, entonces podemos pensar que a los padres no les afectan los demás, y por tanto… ¿se trataría de una cierta psicopatía?
Por otro lado, reconducir, contener y, en el fondo, atender a tu hijo no deja de ser un mensaje muy potente: me importas. Y los hijos necesitan saber que importan a sus padres (no confundamos con sobreprotección ni con estar todo el rato encima de ellos, no es eso, sino consignas y consecuencias claras).
No se comporten como psicópatas y demuestren a sus cachorros que les importan. Al menos en los restaurantes. Por el bien de las digestiones ajenas.
¿Lo veis como esos cascarrabias tienen reemplazo?
¡Educad a los peques y Sed muy Felices!
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Querido HKB: estoy totalmente de acuerdo contigo, sólo que dudo si en vez de psicopatía no será una sociopatía…Nosotros en una ocasión en un restaurante de Segovia felicitamos a unas tres parejas que comían plácidamente con su hijos con una sobremesa ejemplar…no pudimos evitarlo.
Un abrazo!!
La frontera entre la psicopatía y la sociopatía me interesa. Lo que está claro es que esas parejas de Segovia rozaban la Ciencia Ficción, jaja.
¿Qué te paree que un niño tire una moneda a un pez en un estanque y lo mate,. Y los emás comiendo a su alrededor?
Qué horror.
Hay niños odiosos fruto de padres espantosos. Límites a los niños y educación (social) a los padres. Reproducirse llega a ser demasiado accesible.
Fácil para algunos que no debieran, difícil para otros que bien lo harían. ¡Besos!
Jajaja yo también pienso que seré una viejita adorable/cascarrabias!
Gemma
TaipeiStyle
Jajaja, ¡como coincidamos en el parque dentro de unos años será el Armaggedon!BESOS