El día que perdí mi cintura

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Perdí mi cintura un día de junio. Así, sin más. Ni una nota de despedida. Me dio pena porque fueron bastantes años juntos. Creo que nunca me perdonó que no le regalara un hula hoop, ni que pase tanto tiempo sentado.

El caso es que se marchó y su vacante la ha ocupado una masa sobresaliente, que si bien es muy tierna no me resulta tan simpática.

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La llamo “Floti”, porque sí, tiene forma de flotador. Pero no os engañéis, Floti tiene mucho carácter, aunque parezca una blanda.

Incluso me ha hecho cambiar de talla de pantalón para que los lomillos puedan estar dentro, con el resto, evitando que se enfríen por los traicioneros aires acondicionados.

Sin embargo, el día que pretendió que también cambiara de talla de camisa me rebelé, no os voy a engañar.

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Recordé las palabras de dos Musas, que siempre comentan: mejor dime a la altura del pecho que de la cintura, porque si la encuentras, te llevas premio. ¡Yo acababa de entrar en su club, pero sin pechuga, que luce menos!

Menos mal que tengo stock de fotos antiguas, porque el #CarnePorFollowers podría titularse #CienciaFicciónPorFollowers.

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Ante la presión de los botones hice como que le daba la razón y me planté una camiseta holgada, dándole a entender que daría mi ropa antigua… pero en un descuido de Floti la guardé en un rincón del armario, allí donde van a parar las prendas que un día crees que volverás a lucir.

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Floti se dio cuenta, claro -por algo es sobresaliente- y amenazó con expandirse aún más, emulando al Universo. De hecho lo intentó, y yo contraataqué con toda la artillería a mi alcance: instagram.

Sí, un seguidor de instagram me ofreció un tratamiento reafirmante de choque en su clínica y para allí que me fui.

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Masajeó y recalentó a Floti hasta dejarla amoratada y contraída, sin embargo, cuando pensé que ya la había echado de mi vida el técnico me miró y me soltó: y ahora, a dejar el alcohol y a realizar ejercicio cardiovascular. ¿Perdona? Deporte, ok, pero… ¿el alcohol? ¡Si soy escritor!

Floti, apaleada pero viva, se reía sin piedad. Tuve que ponerle una faja para callarla.

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Desde entonces he reducido tanto el alcohol que la gente cree que estoy enfermo (¡pero lo que ahorro!) y cada mañana realizo una tabla de ejercicios específicos de youtube, dignos de la Inquisición. Me duelen las agujetas sólo al nombrar “sentadilla”.

Hago todo lo que pide la monitora menos saltar (el piso es de 1800 y las vigas podrían ceder), de modo que cuando la muchacha salta o trota yo descanso y me acerco al ventilador.

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Me recuerda a cuando mi madre practicaba con Eva Nasarre en el comedor y yo intentaba imitarla. Ahora que lo pienso… ¡mi madre debía de tener mi edad de ahora!

En fin, espero que pronto vuelva la cintura, que en estos tiempos necesitamos, y mucha. Por cierto… ¿también os ha pasado?

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¡Sed muy Felices!

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6 comentarios en “El día que perdí mi cintura”

  1. Under The Lost Turdigity

    Yo soy más de despedirla a partir de noviembre y reco tratarla hacia junio… pero cada vez tengo que esforzarme más en mis sugerencias de regreso…

  2. María Cortés

    Querido HKB: pues yo te veo como una sílfide, Floti te sienta muy bien!
    No será que estabas antes muy delgado?. Jajajaja..
    Un abrazo!

    1. Agustín Kong

      Querida colega, es que no pienso mostrar a Floti, y sólo publico fotos en las que me veo favorecido, jaja. Aunque una cosa buena me ha sucedido: ¡por fin tengo posaderas! Besos.

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