Finaliza junio, suben las temperaturas y suben las bodas. Ya se sabe: Julio Iglesias.
Muy probablemente hayas acudido a alguna, estés a punto de hacerlo o tú mismx te cases. Pero más allá de lo que implica la unión entre dos personas has de saber que toda boda es un máster en ciencias políticas. Por lo tanto: si te has casado o -sobre todo- has organizado un enlace, ya tienes media carrera diplomática convalidada.
Organizar una boda es uno de los acontecimientos más estresantes por combinar deporte de riesgo con malabares. De hecho antes figuraba dentro de los espectáculos del Circo del Sol pero fue eliminado por riesgo extremo.
Por si no eras consciente de todo lo que nos enseña casarse aquí te lo explico.
Casarse es un armisticio. Efectivamente, una boda muestra no sólo que los polos opuestos pueden atraerse, sino que –y esto es lo más importante- las familias políticas pueden retraerse. La paz (o al menos la guerra fría) es posible por un momento.
Una boda es un ejercicio de autocontrol, tanto si te han invitado como si te casas. Las bodas enseñan que sí podías contener algunos impulsos o temas de conversación. En mi caso, como esta asignatura la llevo regulera, tengo pactada una palabra clave con PITICLI, que suelta cuando ve que me voy a embalar hacia el precipicio.
Todo enlace ha de ser una metáfora de Naciones Unidas: un ejercicio de respeto a la diversidad y un escenario donde se puedan producir amistades y conexiones instantáneas entre personas desconocidas.
Casarse es aprender a gestionar la crisis climática. Casi todas las parejas han tenido que desarrollar estrategias (y alquilar carpas) por si llovía durante el enlace.
Un enlace aprueba acciones contra la Ley Seca: que se acabe el alcohol o que no haya barra libre es algo muy crítico.
En las bodas asumes que es necesario estar a la altura, y si es necesario, recurres a alzas (como Macron o yo mismo, frente a una familia política de respetable estatura).
Una boda es aprender a desfilar en la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos: si nuestro cuerpo es el primer país que habitamos, toda persona que participe en el enlace ha de interpretar su propio traje regional y generar espectáculo.
En las bodas se trabaja la aceptación, la aproximación de posturas e incluso la tolerancia musical: no sólo bailarás canciones que asegurabas detestar sino que lo harás con personas desconocidas e incluso opuestas.
Como ves, la logística de un enlace –calendario y organización de las mesas- es similar a la de la Agenda Global. Cabe señalar que si no se acaba de resolver del todo el asunto de las mesas, el alcohol puede ayudar a gestionar el deshielo global.
Las bodas ponen sobre la mesa la necesidad de Acción contra el Hambre, pues nada peor que un enlace donde se coma mal o poco.
Por último: toda boda ha de significar una cumbre de acuerdos. Nadie debería casarse forzadx ni impulsadx por circunstancias indeseadas que no haya podido resolver libremente por otras vías. Y si pese a todos los esfuerzos la boda no sale bien siempre ha de caber la posibilidad de celebrar una separación amistosa.
¿Con todo esto qué quiero decir? Pues que si somos capaces de sobrevivir a una boda (no digo ya de disfrutarla u organizarla) somos una especie con esperanza. Y esperanza es algo que necesitamos.
Un abrazo enorme.
Seguimos en contacto vía Instagram (@agustinkong)
Para saber más sobre mis libros, un click aquí.
🙂 Grupo de Hong Kong Blues en FACEBOOK.
Jajjaja, qué bueno!. Lo de la palabra secreta pactada, me ha encantado, lo copio…
Un abrazo!
Querida colega: y lo útil que resulta. Un abrazo ENORME <3
¡Arriba la esperanza y las bodas!
Arriba <3 <3 <3